La culebra bastarda (Malpolon monspessulanus) es activa, ágil, rápida y vigorosa. Este pedazo de «bicho» que puede llegar a superar los dos metros de longitud en edad adulta puede imponer mucho si te la encuentras en un paseo campestre. ¿Pero y si te dijera que lanzarse a tu yugular es lo último que querría en el mundo? Son capaces de detectar nuestra presencia a más de 30 metros y si lo hacen, se esconden rápidamente. Acorraladas, aplanan el cuerpo para intimidar, ensanchan el cuello y silban intensamente. Los colmillos que inoculan el veneno se encuentran al final de la mandíbula (opistoglifas) con lo que necesitan enrollarse sobre sus presas (roedores, gazapos, lagartos, etc.) para ganar tiempo e inyectarles el veneno, un veneno inofensivo para nosotros que, en el accidental caso de mordedura, solo produce afecciones locales y síntomas menores que se quitan al día siguiente con antihistamínicos y corticoides.