
Si, has leído bien el título, las abejas tienen «lengua». Si no, ¿Cómo iban a libar del dulce néctar que ofrecen las flores de las plantas? A simple vista, lo primero que se puede apreciar en la boca de las abejas son un par de mandíbulas, pero lo cierto es que el aparato bucal de las abejas es de tipo masticador-lamedor. Además de unas mandíbulas de aspecto semejante al que podemos encontrar en el aparato bucal masticador de muchos insectos, como por ejemplo los escarabajos, las abejas también poseen una estructura a modo de sorbete con la que pueden lamer y succionar fluidos conocida como glosa. La lengua de las abejas ha servido a los taxónomos para dividir a la mayoría de especies de abejas en dos grupos generales conocidos como: abejas de lengua corta presente en cuatro de las siete familias conocidas; y abejas de lengua larga presente en 2 familias de abejas, de las cuales, la familia Apidae es la que contempla especies de abejas como la de la fotografía (Eucera nigrilabris). Quizás, la pregunta que pueda estar rondándote ahora por la cabeza esté relacionada con la función que puedan tener una lengua corta y una larga. La respuesta está en las flores, concretamente en el lugar donde éstas ofrecen el dulce manjar: el néctar. Las abejas de lengua corta, consideradas más primitivas, en general solo pueden libar de flores con corola abierta, que ofrecen su néctar cerca de la superficie, mientras que las abejas de lengua larga, más especializadas, pueden acceder al néctar guardado en partes más profundas de muchas especies florales. ¿Conoces a otros visitantes de las flores con lenguas largas?